miércoles, 23 de marzo de 2011

Amor

Dicen que enamorarse es un acto reflejo, como el miedo. Yo era una niña sin miedo, no me asustaban los fantasmas, ni los monstruos, ni la oscuridad, podía mirar bajo la cama segura de que no habría esqueletos ni vampiros. Podía enfrentarme a las niñas de 5º segura de que no me quitaran la merienda. Porque no es eso lo que me da miedo, lo que me aterra es decir que si a algo que no podre cambiar mañana, pensar en un sofá para toda la vida, en un proyecto hipotecario, en una declaración conjunta o en un ‘’esta tarde tenemos que hablar’’. Buscar colegios y canguros, y pensar en un lugar para vivir cuando ya  no tengamos pulso para sostener la magia.  Y de pronto todo ese terror se empieza a disfrutar como alguien que vive en una montaña rusa, y eso es la felicidad.

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